Todos tenemos aquellos días cuando nos molesta casi todo que se mueve en nuestro alrededor. Tuve un día así cuando me despertaba en la casa de la señor que me había alojado y servido una cena el día anterior. Después de que me hubiera armado la moto y me había puesto en marcha, pedía la direcciones para la piedra del Águila de la gente en la calle. Supuestamente, quedaba cerca de la ciudad, y le daba una vista desde la cordillera de los Andes hasta la costa del mar Pacífico.
Andando con el mal humor, solo quería ver la piedra y volver a correr por la autopista en paz.... pero el día iba a correr en otra dirección con rumbo al otro lado. ...Y gracias por eso!
Salí de la ciudad con la intención de volver a la autopista dentro de unas 2-3 horas no más. Recorría un camino de ripio atreves de árboles con una inclinación, hacía las montañas.
2-3 horas después de que haya salido de la ciudad, atravesando campo con animales, pastos, y granjeros, finalmente llegaba a la entrada del parque, todavía bien enojado por todo lo que me había pasado este día.
Me decía el guardia parque que tenía que pagar una entrada (bastante alta) para entrar, y sino fue todo, no había salida al sur que había pensado, así que, si entraría el parque, tenía que recorrer un desvío de 100km.
Me sentía abrumado de estrés y angustia, me puse a almorzar para tranquilizarme un toque. Le pagué la entrada para seguir hasta la piedra. Aunque parecía un eternidad, llegué a esta piedra del Águila y me hizo sentir un poco mejor, pero todavía no hasta que me valiera la pena.
Y sí, se daba una vista impresionante! Y sí, me tranquilizó un toque. Después de un rato, me puse en marcha para salir del parque.
El camino no era muy buena, y siempre tenía que estar alerto por la piedras, huecas, y el ripio flojo, pero me gustaba cada vez más el desafío, cuanto como me sentía más seguro manejándola. En un momento, tuve que eligir seguir el camino o cambiar a uno que corría hacía el sur, lo que me había dicho el guardia parque que no se podía.
No me pasó mucho tiempo antes de me diera cuenta que era un camino para las machinas de bosque que se llevaba los troncos, y parecía que faltado alto mantenimiento. Me gustó el cambió y recorría lo que pensaba era un acceso directo a la autopista. Lo contrario, perdí bien en este bosque en las montañas, muy cansado del sol y por el recorrido del día. Las altas inclinaciones y bajadas, la vista de busque y montañas hasta el horizonte, y las pocas horas hasta la puesta del sol, me ponían un poco preocupado.
Un rato había pasado cuando vi unas personas trabajando al lado del camino, y les preguntaba por direcciones con una cara de desesperación por no encontrar ninguna salida y alegría de ver una persona. Vi claramente que les sorprendía ver un turista perdido tan profundo en el bosque, pero me ayudaban con mucho entusiasmo. Justo cuando me hubiera perdido nuevamente, me ayudó un señor andando en su caballo guardando sus bacas, me indicaba que solo tuviera que seguir adelante. Y sí, luego empezaba ver señales por el camino, pensaba, "ahora no me falta mucho hasta la civilización".
Aunque me sintiera que tenía una buena racha, tenía que detener y observar donde estaba. De repente estuve en una valle que me rodeó con sus cubres altas, paredes cubiertas con árboles, y un río que dirigía el camino atreves de las firmes montañas, "...que paraíso maravilloso!" - Me enamoré. Ahora no quería salir de este lugar.
Se había puesto un poco oscuro, justo cuando vi un espacio escondido justo afuera del camino. Era el lugar perfecto para campar, a lado del rio. Detenía en el camino pensando, "... no puedo pasar esta invitación", y me di la vuelta y encontré el corazón de este lugar mágico. Me pasaban mirandome unas bacas en el otro lado del río. Armaba mi carpeta, ponía agua para hervir, y me tiré en el rio! - Lo mejor que había pasado!!
Cuando estuve listo para cenar, ya se había oscurecido y las estrellas estaba brillando, como nunca antes!
A veces, con un poco de paciencia y persistencia, lo malo se vuelve a ser lo más mágico!
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